será que pierdo la comba de los acontecimientos, que nada resbala ya en mis mejillas, o que simplemente no soy hoja en otoño, prensa fácil y comentario a pie de página. Supongo que aprendí a ver algo en este tiempo, aunque entre rejillas, realidad ponderada, estricto escrutinio de la belleza, cómo dos ancianos se besan apasionadamente entre callejuelas, hacia las 20.30, entre ejemplos del pasar inadvertido, del compro el pan y me lo como solito, en mi cocina de utensilios, con mi soledad de porque me gusta más así y yo lo quise. Nada de extrañar la parte aguada, lo líquido a percibir si mirara, la más que interminable orilla de este estrecho río que fluye intermitente, lo 'podría' o quizás si me parara un instante, por ese sonidito entre el bullicio burgués, por unas escaleras hoy a la vista, mañana quién sabe. Será que soy escurridizo para los tiempos que corren escurridizos, que me escabullo, me derrito como el chocolate en días sin nombre, en cosas que hacer, porque hay que seguir adelante, a donde marca la brujulita esa de la frente marchita que a fuego sin sangre quedó atascada en un norte siempre sur, un este siempre otro y un oeste sin pistolas ni calzones largos. Podría ser que me compararan con un algo, pusieran nombres a mi joroba, dijeran mira ahí va ese, el perdido, el que se niega a la vida, el que sufre sonriendo, el chalado de las cinco horas en la azotea, 2 grados centígrados, y vaya con la vista aquella tarde. Empiezo a entender que no hay un todo entendible, que solo mirando puede que podamos seguir un poquito, como de lejos, entre la niebla, un devenir inocente, y llegar a atisbar un trocito de horizonte, quizás, me corresponde esa nube, linda nube.